Al menos en tres puntos se fija el concejal Fernando Viveros, (PC), y que quisiera se corrigieran en futuras Pampillas en Coquimbo.
Hace notar, por ejemplo, la falta de agua potable a los carpistas, ocurrida
por un problema del camión aljibe arrendado, sin que se tuviera un plan B; el intento de cerrar las calles de la Parte Alta, por donde ingresan vecinos del sector sin pagar entradas considerando, dice, el alto costo que para el grupo familiar significan los $1500; y el alto precio fijado por los explotadores de los baños públicos, ($400 en promedio).
«Tengo que decir primero que ha sido una fiesta bella, con mucha afluencia de gente, y de familias que acampan una semana acá, pero hay mucha cosas que corregir, partiendo por la buena administración de los recursos municipales que se usan en solventar la fiesta, cosa en la que yo he sido majadero, donde mi propuesta es que debe hacerse una inversión permanente en este espacio, y así la parte de servicios para la gente que acampa debe fortalecerse mucho más, aunque tengo que destacar que si hubo un buen servicio de seguridad».
Respecto del tema del servicio de reparto de agua potable, la autoridad expresó, «la gente que acampa no puede quedar a disposición de lo que disponga una empresa en el caso que sufra algún percance, y no me pareció bien que quedara un gran sector de la zona de camping sin agua durante varias horas a inicios de la semana».
Respecto a la situación del cobro de baños públicos, la autoridad expresó que debería tener un valor más bajo, para lo cual propondrá ante el concejo y el alcalde que a contar del próximo año, si es posible, la mayoría de los servicios higiénicos sean administrados por el municipio, para que los fondos que sean recaudados sean usados en algún programa social, «cobrar 400 ó 500 pesos por los baños a la gente más humilde es una cosa totalmente excesiva, y mi idea es que el municipio sea el prestador del servicio higiénico a un precio razonable, y que lo que se obtenga por el cobro sea usado en algún programa de tratamiento de adicciones, no sé, a la pasta base o al alcohol en algún sector específico de Coquimbo»
Mención aparte realizó del show del escenario monumental, que tuvo un costo de más de $500 millones, que es casi la mitad de todo el presupuesto asignado al festejo pampillero, «yo seguiré insistiendo en el concejo que debemos abaratar costos en el show creando una productora municipal para el espectáculo, para terminar con la externalización de esa labor, lo que sin duda permitirá abaratar todos los costos, por lo que yo espero que en este año no exista mucha pérdida, (ítem en el que el año pasado la casa consistorial registró una pérdida de más de $ 80 millones) por la realización de esta Pampilla, porque yo considero que vino mucho público que pagó su entrada y porque hubo mucha cancelación de terrenos y patentes para comercio».
Siempre en la misma temática, el concejal no compartió una idea que no rindió frutos en esta oportunidad, de instalar un cierre en las calles de la Parte Alta más cercanas a la Pampilla, para evitar que los pobladores entren por ahí, ya que propone que en ese sector debiera cobrarse una entrada con valor mínimo con el fin que ese dinero también vaya a un fin social, «esto debemos manejarlo con mucha delicadeza, y lo que debe predominar es preservar nuestro patrimonio, porque es una tradición que los vecinos de la Parte Alta entren por pasos informales de los cerros y eso yo pienso que debe ser mantenido, ya que ellos no tiene los recursos para pagar una entrada cara, y todas las veces que deben ir a un baño pasa seguido con personas que son pacientes que toman diuréticos e hipertensos, y personas de la tercera edad, entonces pienso que se podría generar una entrada barata en ese sector y lo que se recaude, como dije, que vaya algún programa de rehabilitación, por eso yo siempre pediré que la Pampilla debe generar ganancias para programas sociales, y si no se tiene dinero a favor, para mí es un pérdida, por eso, si hay ganancias, ojalá que se gaste ese dinero en mejorar la Pampilla y en crear programas para mejorar el techo de la gente de más escasos recursos o para la rehabilitación de adicciones».
