Olla común, carpa de dormitorio y un tablón para que los niños hagan tareas

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«Las carpas» de Caleta San Pedro: La lucha por un lugar para vivir. 94 familias llevan 13 días ocupando un terreno frente el Centro Gastronómico y seguirán en el lugar hasta que reciban una respuesta positiva de parte de las autoridades. Se turnan para dormir y cocinan en una olla común. El agua y la luz se los facilita una vecina. Dicen que «esto implica una problemática mayor, que una voluntad política podría solucionar»

En Avenida Pacífico con Los Corsarios, en el corazón de Caleta San Pedro, un terreno es tomado a solo metros del Centro Gastronómico. Está cubierto por mallas y alguna que otra madera. La vigilancia le pertenece a un perro que corre a recibirnos. Bajo el cielo cubierto por nubes grises, una mujer que cocina nos hace ingresar. Junto a ella, dos jóvenes: uno tomando desayuno y el otro trabajando a un costado, cuyo sonido del martilleo en la madera era signo inequívoco de que la está guardando para la noche y así todos los que allí pernoctan, puedan protegerse del frío.

Jacqueline Zambra es la mujer que prepara las lentejas, «como para unas 20 personas», dice sonriente. Y agrega: «lo que pasa es que muchos comen en las casas en donde están de allegados, y otros en sus trabajos, pero igual llegan a tomar once por las tardes».

A su lado, Germán Godoy (37) termina de tomar el desayuno. Trabaja como mariscador, y junto a su señora e hijo forman parte del Comité de Vivienda Esperanza Caleta San Pedro, agrupación que lleva 13 días en el lugar -y que pareciera no tener una solución en el corto plazo- esperando una respuesta a sus demandas, «pues de acá no nos moverán», advierte aburrido de sortear frustraciones, mientras llama al «Maluma», el perro guardián de las 94 familias que tomaron la decisión de realizar una toma de manera permanente, si es que las autoridades no les entregan una solución a sus demandas, que son el derecho a la vivienda.
En este espacio encontraron la posibilidad de un lugar propio y decidieron luchar por eso. «Acá tenemos todo limpio y lo arreglamos para que sea habitable», dice Jacqueline, que sin ser del comité comparte como una más desde el primer día.

«Lo que estamos buscando es nada más que una vivienda para las familias que estamos acá. Somos gente trabajadora que queremos un lugar, en mi caso para mis hijas», afirma.
En el lugar, en donde hay ocho carpas, cada uno de los que ahí pernocta tiene un trabajo qué hacer. Y todos, de una u otra manera, cumplen a cabalidad.

«Nos levantamos muy temprano a tomar desayuno, mientras los niños se van a la escuela y las personas a trabajar. Por las tardes llegan a tomar once y están hasta las tres de la madrugada, más menos, para luego irse a sus hogares en donde están de allegados. Anoche (martes) se quedaron seis familias y hoy les toca a otros, porque nos turnamos, debido a que no tenemos más carpas. Pero estamos todos comprometidos», cuenta Godoy.

El objetivo, en primera instancia, es resistir, para luego poder reclamar al Estado por su derecho a la vivienda digna. Andrés Camacho, que es parte de la toma con su compañera y sus dos hijos, lo tiene claro: «Llevamos 13 días en este lugar y hasta el momento hemos tenido puras buenas intenciones, pero nada concreto. Ningún papel firmado y eso es lo que queremos. Duermo en una carpa azul -la apunta- con mi señora y mis hijos, quienes se levantan bien temprano para ir a la escuela. Estamos de allegados en la casa de mi padre y ahí vivimos tres familias más, entonces por eso estamos luchando por una casa».

La Señora Zambra, quien termina de preparar las lentejas, advierte que «algunos creen que estamos acá porque queremos las cosas fáciles, que nos regalen todo, pero no es así, puesto que llevamos nueve años esperando y el terreno es de nosotros, así que no vamos a levantar esta toma hasta que se concrete todo, porque el director del Serviu se comprometió con el subsidio. La idea es que podamos postular este año para que el próximo se pueda comenzar a construir, dado que la gente necesita tener lo suyo. Imagínate que ahora viene el invierno y acá nos vamos a quedar, aunque llueva fuerte y el viento nos levante las carpas. Las noches han estado muy heladas, es cierto, pero hacemos fogatas para capear el frío y también tomamos café y alguno mate. Así hemos estado desde el día uno». Misma opinión entrega Germán: «Hace nueve años que nos dicen lo mismo y acá estamos esperando que nos den el subsidio y ojalá que pueda ser este año, porque ya no podemos seguir viviendo en estas condiciones. Ha sido mucho el tiempo de espera».

Andrés, quien después de cortar madera se sienta a descansar y a procurar que todo esté en orden, indica que «para estar en las carpas nos estamos turnando y no solamente porque no tenemos las suficientes para que estemos todos juntos -y que sería lo ideal-, sino que también por el peligro y la delincuencia. Si anoche (martes) hubo un robo en el colegio que está a una cuadra y no tenemos ninguna seguridad, aunque igual carabineros están pasando y nos ha colaborado mucho».

Camila Velásquez es otra vecina de Caleta San Pedro que acaba de llegar. Rápidamente se acerca a la cocina para oler cómo le están quedando las lentejas a la señora Jacqueline, que nada tendría que envidiarle al mejor chef de la región. Forma parte del comité y de la toma, por cierto. «Todos estamos comprometidos, aunque para tener una mejor estadía necesitamos baños químicos y más carpas. Del mismo modo necesitamos palos y mallas para cerrar de mejor manera el predio. Sin embargo, y lo más importante, es que hasta el momento no hemos tenido ningún tipo de enfermedad, porque tenemos agua potable que sacamos de la casa de la señora Jacqueline, así que en este sentido estamos tranquilos, principalmente por los niños».

Y claro, pues Jacqueline, que vive a unas cuentas cuadras, es quien durante todo este tiempo les ha facilitado el agua y la luz. Subraya -y enfatiza- que «tengo a mis hijas en este comité, Pamela y Macarena, y esto todo sabemos que no da para más. Yo presto toda la ayuda y después me colaboran para pagar la luz y el agua, que es lo que se había acordado.

Desde el primer día, se ha visto una bonita convivencia y hemos conocido a unas excelentes personas. Se ha hecho una bonita harmonía, muy social, y dentro de todo lo que hemos pasado y en las condiciones en las que nos encontramos, estamos bien, al menos en la convivencia».

Por las mañanas, dicen, se ve poca gente. Porque muchos trabajan y los niños van a las escuelas, pero es durante el fin de semana cuando todos se juntan. Tal como aconteció el domingo de pascua, donde a cada niño se le hizo entrega de huevitos de chocolate, como bien recuerda Camila.

«Es cierto que más movimiento se ve durante el fin de semana, porque están todas las familias acá reunidas y todos nos cuidamos, especialmente con los niños, que son de todos. Este fin de semana se le hizo una actividad y eso ayuda mucho a la buena convivencia, más aún cuando sabes que las cosas se pueden complicar con el factor climático».

Responsabilidades políticas

Andrea Ponce es la presidenta del Comité de Vivienda y al igual que muchas mujeres, debe lidiar cada noche con el frío y el mal dormir. Pero, insiste en que «vamos a seguir con movilizaciones, visibilizando la situación, manifestándonos, siguiendo en toma, y de alguna manera responsabilizándonos también de lo que significa esto, porque están anunciando lluvias y hay muchas familias que duermen con sus niños. Todo esto igual implica una problemática mayor, así que una voluntad política podría solucionar todo».

Respecto a toda esta encrucijada, reconoció que «el comité tiene nueve años de existencia y hace cinco que se nos presentó a través del Gobierno y la municipalidad de La Serena, un proyecto con la empresa Ecomax para construir nuestras viviendas y hacer un EP (Entidad Patrocinante) que nos representará y en eso hemos estado durante todos estos años. Sin embargo, cuando estamos en vísperas de postular a nuestras viviendas y tener nuestro subsidio, el Gobierno nos dice que no podemos construir, puesto que el plan del PRI (Plan Regulador Intercomunal) prohíbe construir viviendas bajo la Ruta 5, y nuestro terreno justo se encuentra frente al Centro Gastronómico».

SERVIU Y LAS NUEVAS MEDIDAS

Reconoció que «para construir nuestras casas, el equipo técnico del Serviu nos está indicando que debemos considerar las medidas que hoy en día están asumiendo con el PRI, que en el borde costero se debe construir con un cota arriba de 8 metros, cuando en la normativa que hicimos hace cinco años y que hemos ingresado en varias ocasiones al Serviu, exigían solamente cinco. Entonces todo nuestro proyecto está construido con esa normativa y ahora que estamos a pasos de postular, nos salen con que tenemos que hacer un nuevo proyecto en donde tenemos que hacer departamentos o palafitos, cuando ya tenemos un trabajo de cinco años. Imagínate, quieren palafitos y departamentos, lo que haría perder la identidad del pueblo».

Asegura Ponce que «los dineros están comprometidos y estaríamos en condiciones de postular, pero si hoy nos exigen esta nueva normativa, significa que debemos construir un nuevo proyecto que encarece aún más por las medidas de mitigación que no están exigiendo para los 8 metros, por lo que volveríamos a tener este déficit en dinero para poder construir nuestras viviendas. De esta manera, estamos solicitando que se nos respete la normativa anterior, porque ya hicimos el pre ingreso y también ingresamos proyectos pre aprobados por la dirección de obras municipales.

Así que tenemos suficientes pruebas de que comenzamos antes del PRI a trabajar, de tal manera que solamente estamos exigiendo que nos respeten nuestro proyecto actual y que está completo, revisado…».

 

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